Antecedentes del Instituto Torres Quevedo:
El laboratorio de automática

El Instituto Torres Quevedo creado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas en 1939, tuvo sus orígenes en el antiguo Laboratorio de Automática que se fundó en los primeros años de este siglo bajo la dirección del ilustre inventor Leonardo Torres Quevedo.
Han sido muchos los historiadores de la ciencia y la tecnología española que se han ocupado de la figura y la obra de Torres Quevedo (1). Sin embargo, tal vez no se haya profundizado suficientemente en el papel jugado por el inventor en la creación y dirección de este laboratorio en el que ocupó los últimos treinta años de su vida.

Instituto Torres Quevedo

La gentileza de la familia Torres Quevedo al poner a disposición de este equipo investigador la documentación que conservan relativa a este laboratorio, ha permitido analizar y ver como fue su gestación y posterior desarrollo, así como poder juzgar los éxitos y las dificultades por las que atravesó a lo largo de su existencia en el primer tercio de este siglo.

Para contextualizar bien el nacimiento de este laboratorio hay que detenerse en primer lugar en la figura de Torres Quevedo, en lo que significa este personaje y lo que sus inventos representan para la historia de la ciencia española. Nace en Santa Cruz de Iguña (Cantabria) el 28 de diciembre de 1852 y muere en Madrid el 18 de diciembre de 1936. Pasa su infancia en Bilbao dónde estudia el Bachillerato y tras una estancia de dos años en Francia ingresa en la Escuela de Caminos en 1871 y termina la carrera en 1876.

Al concluir los estudios, durante un período breve de tiempo se dedica como su padre a temas ferroviarios; pero pronto los abandonará para dedicarse a los temas que realmente le interesaron el resto de su vida.

Según relatan sus biógrafos, los primeros inventos y desarrollos fueron autofinanciados al parecer con una importante herencia familiar; esta situación financiera le permite dedicar todo su tiempo a la realización de los proyectos llevados a cabo a lo largo del último cuarto del siglo pasado. Su primera patente registrada en España está fechada el 20 de diciembre de 1887 y se refiere a funiculares (2).

En 1893 pre senta la Memoria sobre las máquinas algebráicas a la Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales y en 1895 comenzarán sus publicaciones sobre dichas máquinas.

En 1901 ingresa como miembro de la Academia de Ciencias y en 1902 presentará a las Academias de Ciencias de París y de Madrid un proyecto de dirigible, obteniendo el dictamen favorable firmado por los representantes respectivos M. Appell y Echegaray. Estos serán los pilares: la mecánica, la automática y la aeronáutica, en los que apoyará Torres Quevedo todos sus trabajos e inventos posteriores.

El gran avance que supone para la Aeronáutica el nuevo diseño de globo que propone, hace que el Estado español le preste cierto apoyo con la creación del Centro de Ensayos de Aeronautica y un laboratorio-taller anejo: el 4 de enero de 1904 y por una Real Orden se crea este centro dependiente de la Dirección General de Obras Públicas, para el «estudio técnico y experimental del problema de la navegación aérea y de la dirección de la maniobra de motores a distancia»; encargándose la dirección de estos trabajos a Leonardo Torres Quevedo (3).

Torres quevedo y su dirigible trilobulado

Para su puesta en marcha el Estado dota un presupuesto de 200.000 pesetas, cantidad que resultadesde el principio insuficiente, al igual que las dotaciones anuales de estos primeros años de andadura: 50.000 pesetas en cada ejercicio. Estas parecen ser las razones por las que el Centro únicamente pueda durante su primer año de existencia, proyectar y desarrollar un pequeño modelo de globo trilobulado, que ni siquiera pudo llevarse a buen término por las contínuas dificultades de suministros y la propia incapacidad tecnológica del Centro de Ensayos de Aeronáutica.

Con análogas dificultades, en el laboratorio y taller anejo se diseña un primer proyecto de telekino, pero habrá que esperar al desarrollo de otros dos modelos posteriores para poder contar con el resultado tecnológico esperado. El exiguo presupuesto unido a las deficiencias tecnológicas de nuestro país, serán las razones de peso que hagan que Torres Quevedo tenga que acudir en 1909 a la firma francesa «Astra». En un documento elaborado hacia 1911 (4) indica los motivos que le llevaron a tomar esta decisión: el primer modelo de dirigible se construyó en 1906 y fue ensayado en 1907 y 1908 en Guadalajara, sirviendo unicamente para demostrar la eficacia del sistema, pues al poco tiempo una avería en los motores debida a la negligencia de un obrero obligó a suspender los ensayos que se estaban realizando.

Paralelamente, una explosión en un gasómetro de una fábrica de Zaragoza, la única existente en España en 1909, hace imposible el suministro del hidrógeno necesario. Otra razón que Torres Quevedo no menciona de forma explícita en la documentación manejada, aparece reflejada en un documento que dirige el Director General de Comercio al Ministro de Fomento (5): «El desacuerdo entre su ilustre inventor y altas personalidades de la ciencia que se dedican a esta misma rama del saber; impidieron llegar en España al perfeccionamiento de este aparato y colocaron a su autor en la necesidad de ensayarlo en Francia». De esta supuesta discrepancia con otros colegas, se entreven atisbos en otro documento escrito por Torres Quevedo: «... tampoco puede utilizarse el trabajo de la última Comisión que entendió en el asunto porque solo dictaminó acerca de un punto concreto y además los tres vocales que la componían dieron cada uno un dictamen distinto y emitieron opiniones contradictorias sobre algunos puntos de los más esenciales» (6)




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Autores: Roberto Moreno, Ana Romero. Arbor N º616. Tomo CLVI. (Abril 1997).
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