La primera alusión a la posibilidad de que el sonido quede almacenado de alguna manera, corresponde a un relato árabe.
Cuenta la historia de un musulmán que no pudo emprender a su debido tiempo la peregrinación a la Meca. Debido a ello, aunque procuró andar deprisa , el invierno le sorprendió en las montañas.
El viento y la nieve le impidieron avanzar y tuvo que refugiarse en una cueva donde, debido al frío, murió.
Al exhalar su último suspiro recitó una oración a Alá, pero su aliento se fue congelando, quedando en forma de carámbano en el techo de la cueva.
En la primavera siguiente, otros peregrinos entraron en la misma gruta en la que se había refugiado nuestro amigo.
Lo encontraron congelado, conservado por las bajas temperaturas. Y el primer rayo de sol de aquella mañana calentó el carámbano.
Y al deshacerse, el aliento del peregrino recobró su libertad, reproduciendo la última oración de nuestro desdichado peregrino.
Este relato nos muestra, fundamentalmente, que la humanidad ha considerado siempre que sólo por un milagro podrían almacenarse las palabras, escribirse de forma sonora. Pero no es así. A continuación expondremos el procedimiento empleado por Edison para registrar el sonido por primera vez...