Navegación es una palabra compuesta. Tiene dos raíces latinas: "navis" (nave) y "agire" (guía).
Navegación por estima
En este tipo de navegación, que fue la que llevó a Colón a las Américas, se empleaba únicamente una brújula, un reloj de arena y un rollo de cuerda (en realidad Colón también hacía determinaciones de la latitud en la forma en que referiremos en el apartado siguiente). La cuerda, que llevaba nudos que señalaban su longitud, estaba atada por un extremo a un trozo de madera, y por el otro se mantenía en el rollo, situado a popa de la embarcación.
Cuando la nave salía del puerto, cuya posición era conocida, el capitán comenzaba a anotar la dirección en que navegaba y a calcular la velocidad del buque. La dirección la obtenía por medio de la brújula y la velocidad la estimaba de la siguiente manera:
Un marinero tiraba al mar el extremo de la cuerda de nudos que estaba unida a la madera y ala vez daba la vuelta al reloj de arena para que empezase a contar el tiempo. Como la madera quedaba flotando en el agua, la cuerda se iba desenrollando. Cuando la arena del reloj se terminaba (cosa que ocurría en unos dos minutos) el marinero medía la longitud de la cuerda desenrollada contando el número de nudos de esta longitud.
Este número determinaba la velocidad de la nave (en nudos, naturalmente) y el capitán lo anotaba cuidadosamente, junto con el rumbo, en su diario de a bordo. Como esta determinación se hacía varias veces tanto de día como de noche, el capitán podía calcular la distancia recorrida y la dirección del camino seguido, teniendo así una estimación de las coordenadas donde se encontraba, lo que le permitía fijar el rumbo que debía seguir.