El Magnetógrafo de Brañas

El magnetógrafo proyectado por el catedrático del Instituto de Oviedo Gonzalo Brañas, no tiene tanta importancia desde el punto de vista económico, como la instalación que se ha comentado anteriormente. No obstante, pone de manifiesto por un lado la capacidad de llevar a cabo diseños de aparatos de cierta complejidad por investigadores españoles, y por otro, el que fueran materializados en prototipos que evidencian una altísima capacidad tecnológica en la mecánica de precisión de la que dispuso el Laboratorio de Automática de Torres Quevedo.

La localización física de dos magnetógrafos que se han conservado en la E.T.S. de Caminos, así como una memoria descriptiva de ellos realizada por el propio Gonzalo Brañas existente en el Archivo de la JAE (46) permiten analizar estos parámetros a los que se ha hecho referencia. A principios de este siglo se planteaba una cierta relación entre la actividad solar y ciertos fenómenos geofisicos.

En concreto se creía que la actividad solar tenía una cierta influencia en las variaciones del magnetismo terrestre y de la electricidad atmosférica, siendo motivo ambas de algunas influencias en la meteorología. De la documentación consultada, se desprende que a principios de este siglo las variaciones o perturbaciones del campo magnético terrestre (especialmente en su componente horizontal) podían únicamente ser registradas por medio de sistemas fotográficos. Parece ser que este tipo de aparatos no dejaban de tener ciertos inconvenientes: carestía de medios, necesidad de una cámara oscura, imposibilidad de realizar lecturas a la vista del observador, etc...

Magnetógrafo de Brañas

En la aludida memoria Brañas solicita a la Junta una pensión para trasladarse a Madrid y desarrollar en el Laboratorio de Automática el proyecto de un magnetógrafo mecánico que evitara los inconvenientes mencionados que existían en los registros fotográficos. En ella explica básicamente los fundamentos del proyecto, indicando así mismo la realización en Oviedo de dos prototipos rudimentarios que, pese a sus defectos, permitían entrever la posibilidad de registrar mecánicamente las fluctuaciones del magnetismo terrestre de una manera más económica, cómoda y tan fiable como los sistemas tradicionales.
El aparato es portátil y dispone de dos organos fundamentales: uno el mecanismo tractor y otro un juego de palancas y mordaza, inscriptoras y lectora respectivamente.
El primero consiste en un reloj incorporado a un tambor que sirve a su vez para alojar el papel de registro de forma análoga a los existentes en barógrafos, termógrafos, etc...
Desde la torre que se aprecia en la fotografia (figura 5), va suspendido de un finísimo hilo un imán que va a acusar las casi imperceptibles variaciones de la componente horizontal del campo magnetico terrestre. Cada dos o tres minutos el reloj hace mover una excéntrica que pone en movimiento una mordaza que inmoviliza al imán (o si se quiere determina exactamente su posición) sin comunicarle la más mínima sacudida ni transferencia de energía.

La posición en que es sorprendido el imán por la mordaza, se va a mantener durante el tiempo que dura la operación del registro. Este se realiza mediante una palanca con dos brazos desiguales, que en su extremidad mayor tiene una pluma estilográfica y en la menor una guía movediza que permite cambiar la longitud útil del brazo y variarse así la amplificación del sistema inscriptor.
En el momento en que el imán es inmovilizado por la mordaza, la palanca se pone en movimiento va en busca del imán y apoya su guía sobre otra que lleva éste, la pluma estilográfica desciende hasta ponerse sobre el papel y marca un punto cuya: posición se relaciona con la del imán.

Tras realizarse esta operación la pluma se levanta, la palanca vuelve a su posición primitiva de reposo y la mordaza lo mismo, lo que hace que el imán retorne de nuevo la posición de equilibrio con respecto a la acción del campo magnético terrestre, hasta que dos o tres minutos más tarde, llegue el momento de realizar otra nueva inscripción. Esta operación al repetirse mecánicamente y a intervalos iguales, hace que la curva que queda sobre la hoja de papel presente un desarrollo continuo y bastante detallado.

Si el dúplex Santano sirve para mostrar cómo se produce en España el desarrollo de la telegrafía con hilos, el magnetógrafo de Brañas ejemplifica bien el proceso a seguir por cualquier investigador español interesado en la formación y desarrollo de una línea de investigación concreta durante el primer tercio del siglo: la existencia del marco apropiado con la creación y posterior desarrollo de la Junta para Ampliación de Estudios, hará posible que proyectos de interés científico lleguen a buen término gracias al apoyo del Estado.




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Museo Virtual de la Ciencia del CSIC / Antecedentes del Instituto Torres Quevedo: El laboratorio de automática
Autores: Roberto Moreno, Ana Romero. Arbor N º616. Tomo CLVI. (Abril 1997).
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