Desde la antigüedad más remota hasta el tiempo de los griegos la humanidad pensó que la Tierra era plana. Sin embargo, hacia el año 500 a. C., Hecateo de Mileto resumía la cosmología del momento de acuerdo con el pensamiento ancestral: "La Tierra tenía la forma de un disco con Grecia, naturalmente, en su centro". El disco, de unos 10.000 kilómetros de diámetro, estaba rodeado por el río Océano en toda su periferia. Este río penetraba en su interior formando el mar Mediterráneo (véase la Figura 1).
La Tierra y el mar que la rodeaba estaban dentro de una semiesfera transparente, semejante a una quesera, donde se encontraban sujetas las estrellas fijas.
Esta esfera giraba en torno a un eje central perpendicular al disco, dando una vuelta al día. La Luna, el Sol y los demás planetas se desplazaban por la semiesfera tal como se veían desde la Tierra. Pero los filósofos querían saber más y entre otras cosas se preguntaban... ¿qué era lo que movía la esfera de las estrellas y qué era lo que se encontraba detrás de ellas?
La primera inconsistencia del modelo de la Tierra plana era el soporte donde reposaba
Si todos los objetos caían hacia abajo, ¿por qué no caía la Tierra? Se podía imaginar que la Tierra era infinitamente gruesa, pero la idea de infinito siempre creó en los seres humanos una sensación inquietante e incómoda.
Los hindúes habían imaginado que la Tierra estaba sostenida por cuatro pilares que a su vez descansaban sobre elefantes, los cuales se apoyaban en una tortuga... Y de nuevo surgía la idea de infinito. La hipótesis de la Tierra plana nunca hizo felices a los filósofos.
El siguiente paso lo dieron los navegantes, habituados a mirar al cielo durante la noche en busca de guía. Todos los marinos sabían que había estrellas que desaparecían en el horizonte del sur y otras que aparecían en el horizonte septentrional cuando su barco navegaba hacia el norte. Y cuando se navegaba hacia el sur el proceso era justamente el contrario, volviendo a aparecer las estrellas que habían desaparecido en el viaje de ida.
Teniendo en cuenta este nuevo ingrediente era evidente que si la Tierra fuese plana siempre se deberían ver las mismas estrellas desde cualquier punto. Y como los hechos contradecían esta predicción del modelo era imprescindible desecharlo.
Hacia el año 450 a. C. Filolao de Tarento incluyó más ingredientes en sus investigaciones.
Cualquiera que viviera en un puerto sabía que cuando un barco se alejaba del observador se iba reduciendo de tamaño aparente de forma gradual hasta desaparecer al hacerse un punto en el horizonte. Lo primero que desaparecía era el casco, como si se fuese sumergiendo en el mar, y lo último que se veía antes de desaparecer era el extremo superior de las velas. Esto ocurría siempre que el barco se alejaba hacia alta mar, independientemente de la dirección en que lo hiciese. Además, desde un faro o un punto elevado se veía el barco completo aunque estuviese a más distancia.
Estos hechos no se podían explicar con la hipótesis de Tierra plana y, en cambio, eran evidentes con un modelo de Tierra esférica de un radio de no mucha curvatura. Además, la esfera era una de las formas perfectas de los geómetras, lo cual añadía atractivo al modelo.
Filolao también tuvo en cuenta las observaciones de los astrónomos. Si la Luna aparecía como un disco circular lo más razonable era pensar que se trataba de un cuerpo esférico. También era razonable pensar que el Sol tenía la misma forma. Además todos los eclipses de Luna ocurrían siempre que el Sol estaba a un lado de la Tierra y la Luna en el lado opuesto, con la Tierra en medio. Lo más lógico en estos casos era pensar que el Sol iluminaba la Tierra y proyectaba la sombra de la misma sobre la superficie de la Luna. Esta sombra era siempre circular y como la única forma geométrica cuya sombra es siempre circular es la esfera, la conclusión era evidente: la Tierra tenía que ser esférica. Pero el hecho de que un observador no se diese cuenta de la curvatura de la Tierra requería que su radio fuese muy grande respecto al tamaño del observador mismo.
La primera prueba directa de la esfericidad de la Tierra tardaría en llegar casi diecinueve siglos.
Fernando de Magallanes partió con cinco barcos y doscientos cincuenta hombres bajo la bandera de España, por encargo del emperador Carlos V, el 10 de Agosto de 1519. El 27 de Abril de 1521 falleció en un combate contra los indígenas de una de las islas que exploró en ese viaje. Estas islas recibieron el nombre de Filipinas en honor de Felipe II, hijo y sucesor de Carlos V.
El 6 de Septiembre de 1522 llegó a puerto, al mando del capitán Elcano, con 18 hombres a bordo, la única nave que pudo sobrevivir al viaje de circunvalación de la Tierra iniciado por Magallanes. Finalmente la idea de la Tierra esférica se confirmó a través de observaciones directas. Fue en 1969, cuando el Apolo 11 se posó en la Luna, que pudo constatarse este hecho, desde la distancia. Desde la Luna vieron cómo era la Tierra. Y vieron que la Tierra, vista desde la Luna, también tiene fases....
Pero volvamos a nuestra Historia. Hay hecho importantes que debemos recuperar. Daremos de nuevo un salto atrás en el tiempo. Hacia el año 350 a. C. el gran Aristóteles enunció los principios físicos que iban a durar casi dos mil años: hasta que Galileo y Newton los sustituyeran en el siglo XVII. Veámoslo en la página siguiente.