Grabamos el sonido

Estudiemos el funcionamiento del fonógrafo


Supongamos que unimos al fondo del vaso de plástico que nos sirve de micrófono (A), en vez de a una cuerda tensa, a una aguja de acero parecida a las que se emplean para coser, pero más corta. 

Cuando hablamos por el vaso (A), las ondas longitudinales de presión golpearán al fondo del vaso y éste se moverá como en el caso del teléfono de cuerda. Para escribir los movimientos del fondo del vaso, apoyamos la punta de la aguja sobre un cilindro de acero recubierto por una capa de estaño de algunos milímetros de espesor.

A continuación hacemos girar el cilindro y hablamos dirigiendo la voz al interior del vaso.

reproducimos el sonido

Los movimientos del fondo, que antes se transmiten a la cuerda, dejarán ahora un surco en la capa de estaño, surco que reproducirá lo que habrían sido los movimientos de la cuerda en el teléfono de hilo. Nuestras palabras habrán quedado registradas.

Para reproducirlas volvemos a colocar el vaso con su aguja en el principio del surco, haciendo girar el cilindro. Ahora la profundidad variable del surco hará que se mueva la aguja con el mismo movimiento que cuando se grabó. El fondo del vaso se moverá con las mismas vibraciones que cuando hablamos, comportándose como el vaso "auricular" en el experimento del teléfono. Como en el caso del peregrino, nuestras palabras volverán a oírse mucho después de haber sido pronunciadas.



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El registro del sonido: dónde se almacena el sonido. (2003). Museo Virtual de la Ciencia del CSIC. Sala de Acústica.
Autores: José María López Sancho / María José Gómez Díaz / Esteban Moreno Gómez / Jose Manuel López Álvarez
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