Las montañas son minadas a lo largo de una gran extensión mediante galerías hechas a la luz de las lámparas. Su misma duración sirve para medir los turnos y por muchos meses no se ve la luz del día.
(Plinio, Historia Natural, XXXIII, 70) Y después, con la ayuda del agua siempre, la montaña se desmoronaba. Plinio lo describe así:
... se anuncia el derrumbe y el vigía colocado en la cima de la montaña es el único que se da cuenta de él. En consecuencia, da órdenes con gritos y con gestos para avisar a los trabajadores y, a la vez, él mismo baja volando. La montaña resquebrajada se derrumba por sí misma a lo lejos, con un estruendo que no puede ser imaginado por la mente humana...
Pero aquí no acababa el trabajo. Había que seguir lavando la tierra, como ves en esta ilustración. Como puedes ver hacía falta mucho trabajo para conseguir unos gramos de oro.
Te estarás preguntando, ¿quiénes trabajaban? Eran las mismas personas que cultivaban los campos y que hacían las herramientas.
No eran esclavos, eran los mismos indígenas que estaban obligados a trabajar gratis algunas jornadas en la mina.