Este quimógrafo constaba de un cilindro registrador, una bocina (que no se conserva) conectada con una membrana, y una aguja inscriptora. Para realizar la inscripción el cilindro se recubría con una banda de papel ahumado y, animado por un mecanismo de relojería, empezaba a girar sobre su eje. El sujeto hablaba a través de la bocina y las oscilaciones de presión del aire espirado imprimían una vibración a la membrana. La vibración se transmitía a la aguja inscriptora y esta iba retirando la capa de humo y dibujando una curva que se destacaba en blanco sobre el papel ennegrecido. Después del registro la banda de papel se barnizaba.