1º) Comencemos con el primer experimento, que consiste en cruzar dos individuos de raza pura y caracteres distintos: uno gigante y otro enano. Sabemos que los individuos de raza pura son homocigóticos, es decir, tienen los alelos iguales: el gigante tendrá los dos alelos GG, y el enano ee.
Vamos a fijarnos en un guisante gigante macho. Cuando este guisante produce polen, los dos alelos GG se dividen y se obtienen granos de polen con un solo gen G. Si nos fijamos en una planta enana hembra, con dotación genética ee, los óvulos producidos tendrán cada uno un gen e (Figura 1).
A continuación veamos cómo es la descendencia de estos dos guisantes homocigóticos:
De acuerdo con el modelo de Mendel cada individuo hijo habrá heredado un gen del padre y uno de la madre.
El resultado se representa normalmente por una matriz cuadrada en la que cada casilla corresponde a una posible configuración de los alelos, de la misma forma que vemos representada en la figura de la derecha (figura 2).
Como vemos, las cuatro únicas configuraciones genéticas o genotipos posibles de los individuos de la F1 son idénticos: Ge (Figura 3). Aplicamos ahora la regla de la dominancia para ver qué fenotipo corresponde a ese genotipo: y comprobam0s que como el gen G es dominante frente al e, los individuos de la primera generación tendrán todos apariencia de gigantes, de acuerdo con el resultado experimental.
2º) ¿Qué ocurrirá si autofecundamos dos individuos de esa primera generación, con dotación Ge, como hizo nuestro amigo Mendel?
Como la planta del guisante tiene flores hermafroditas (es decir, con los dos sexos presentes) tanto los granos de polen como los óvulos de estos ejemplares podrán ser G o e (Figura 4).
Cuando Mendel polinizó la parte femenina de las flores con el polen de la misma flor (método de autofecundación) obtuvo la matriz de herencia que vemos representada en la figura 5: con dos ejemplares homocigóticos, y otros dos con dotación Ge.