El laboratorio de fonética experimental

El Centro de Estudios Históricos se instaló en el paseo de Recoletos, en unas salas del Palacio de Bibliotecas y Museos que había dejado libres el Museo de Ciencias Naturales, recién trasladado a los altos del Hipódromo. Allí se habilitó desde el principio un espacio destinado a laboratorio de fonética experimental.

Diez años después de su creación, el Centro se trasladó a una casa de planta de la calle Almagro y el laboratorio de fonética cambió la habitación interior que ocupaba en el paseo de Recoletos por las buhardillas de la nueva sede.

En 1930 tuvo lugar una última mudanza al edificio del Palacio del Hielo y del Automóvil, en la calle Duque de Medinaceli 4, frente al hotel Palace, donde se destinó al laboratorio de fonética un espacio de la segunda planta.

El análisis de las muestras de habla

Durante su estancia en Hamburgo, Navarro Tomás había recibido de la Junta para la Ampliación de Estudios una ayuda de 500 marcos para la compra de instrumentos para el laboratorio.

La fonética experimental se valía entonces del método gráfico, un procedimiento que permitía obtener la huella visible de un movimiento fisiológico. La inscripción de la huella se podía obtener de modo directo o indirecto. En la inscripción directa era el movimiento mismo de los órganos lo que imprimía la impronta. En la indirecta, en cambio, se registraba por medio de estiletes inscriptores el reflejo gráfico de los cambios de presión del movimiento.

En cuanto a la inscripción directa, el procedimiento que se utilizaba en fonética experimental era la palatografía, la proyección en el plano de los puntos de contacto de la lengua con la bóveda bucal. Esta técnica se servía del paladar artificial, que Navarro Tomás había aprendido a construir y a utilizar trabajando con Maurice Grammont durante su estancia en Montpellier. Había dos modos de obtener la impronta palatográfica: o bien se rociaba el paladar artificial del sujeto con polvo de cacao y, al realizar la articulación, la lengua retiraba el polvo de las zonas de contacto o bien se aplicaba a la lengua una tintura que, cuando se realizaba la articulación, manchaba el paladar artificial en esas zonas.

Respecto a los procedimientos de inscripción indirecta, el más utilizado en fonética era la inscripción quimográfica. Para llevarla a cabo el sujeto hablaba por una bocina y la energía de la voz se transducía en forma de vibraciones de una membrana sobre la superficie móvil de un cilindro giratorio. La bocina funcionaba como receptor y el cilindro como registrador. El cilindro se recubría con papel ahumado, los cambios de presión del aire espirado hacían vibrar la membrana y la aguja inscriptora reflejaba esos cambios sobre el papel en forma de oscilaciones en torno a un punto de reposo.

Para realizar inscripciones quimográficas se adquirió en París, en el establecimiento de Georges Boulitte, un registrador universal. Se compró también otro quimógrafo que se utilizaba para el trabajo de campo, ya que por su pequeño tamaño se podía trasladar guardado en un estuche de madera.


Página 1 de 3 
Museo Virtual de la Ciencia del CSIC. Laboratorio de Fonética del Centro de Estudios Históricos.
Autora: María José Albalá Hernández
Configuración Óptima: 1280x768 Navegadores: Google Chrome 37/ Mozilla 23/ I. Explorer 10
Condiciones de uso © Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). 2014.